Muchos de vosotros me habéis preguntado por qué he dejado de publicar en mi blog durante todo el año 2017. No, no he abandonado. Si, sigo aquí, más fuerte y mejor que nunca. Y bueno, la respuesta es simple: necesitaba un tiempo para mí.
Los ciclos de la Vida
En la naturaleza todo es cíclico, después de la primavera que germina y florece llega el verano, que es abundante, nos baña de todo su esplendor de energía y luz, nos expande y nos permite estar hacia fuera. Luego se suceden el otoño y el invierno, y nos invitan a la recogida, a la calma interior, a la mirada hacia uno mismo. Inhalación – expansión, exhalación – recogimiento. Ciclos. Son los ciclos de la Vida. Todo respira, yo, tú, el planeta, el Universo.
El año 2017, visto ahora desde la perspectiva del tiempo, ha sido para mí ese período en el que uno necesita replegarse y sentir su corazón, encontrar su pulso, parar y reflexionar, revisar las experiencias y la manera de vivenciarlas, revisar los pensamientos, las creencias y las emociones. Sacar conclusiones. Aceptar nuevos grandes aprendizajes. Entrar en un estanque de calma interior, que con sus aguas tibias aclara las ideas y cura las heridas.
Amarse y dejar ir
Ha sido un año de conocerme mejor, de crecer internamente de forma intensa, de entrar en mi propio laberinto y descubrirme. Y, ¿cómo no?, los acontecimientos me han acompañado. He tenido un sinfín de tomas de conciencia y “citas” con mi personalidad. Me he visto reflejada en mil espejos. He visto gran parte de mi sombra. Me ha costado reconocerla y me he enfadado veces al verla reflejada en otros, pero cuando la he podido abrazar se ha producido el milagro. Me he sentido en paz. He aprendido. He crecido. He soltado el miedo y la necesidad de controlar. Me he amado a mi misma como nunca antes lo había hecho. He dejado de tratar de “peinar el espejo”, he sido capaz de agradecer internamente y a veces en voz alta la ayuda de ese espejo. El otro no existe. El otro soy yo misma. He dejado ir.
Este año 2017 ocurrieron muchas cosas.
Sobre la Vida y la Muerte
He tenido mi encuentro con la muerte. No le temo a la muerte, a mi muerte, más aún, muchas veces la he anhelado. Pero este año me encontré con la muerte de otro, de un ser querido. Nunca me había visto en esa situación, nunca había perdido a nadie cercano, al menos no tan cercano. Siempre tuve curiosidad por la muerte. No nos enseñan a conocerla, a aceptarla. No nos enseñan a no temerla. Es por desconocimiento. Todo es por la ignorancia humana. Si supiéramos que la muerte no existe sería muy simple. Si supiéramos que morir es como despertar por la mañana y quitarse el pijama para ponerse ropa nueva y aventurarse en un nuevo día lleno de maravillosas sorpresas, sería simple y apasionante. No nos lo enseñan. Y es importante.
Este año 2017 tuve oportunidad de reflexionar mucho sobre la muerte. Y sobre la vida. Se fue alguien muy cercano. Y tuve que aprender a dejarle ir. El no quería vivir y tenía un miedo atroz a vivir. No comprendía que morir es como despertar y quitarse el pijama viejo. No creía en nada y estaba aterrorizado, paralizado por el miedo. Estaba agarrado a la vida por miedo. Miedo a soltar. Miedo a perdonar y a perdonarse. Creía que estaba solo. ¡Qué sufrimiento! Nunca estamos solos. Estamos rodeados de un ejército de seres de luz que tratan de cuidar de nosotros, de ayudarnos, de facilitarnos la experiencia terrenal. Nuestra ignorancia les para, les prohíbe ayudar, y nos crea un cúmulo de dificultades innecesarias.
¿Ayudar o no tratar de ayudar?
Al principio traté de ayudar y mi ayuda fue rechazada. No había nada que hacer. Quedarse cerca y observar cómo el otro hace por apagar la vida que lleva en su interior. El cuerpo se resistió lo que pudo. Hay muchas formas de suicidarse. A menudo no nos damos cuenta. Negar la vida en mi es suicidarse. Negar la alegría y la felicidad, negar el amor, es suicidarse. Permanecer dónde ya no hay nada más para mi es suicidarse. Venderse y prostituirse por un poquito de cariño es suicidarse. Ser capaz de crear y no hacerlo es suicidarse. Hay muchas formas de suicidio. Solemos pensar en eso de tirarse por la ventana o cortarse las venas, pero… no, hay muchas otras formas, peores, si me lo permitís. Cada vez que uno desprecia su vida, de la manera que sea que las hay miles, es suicidarse.
El aprendizaje
Me quedé observando, irradiando cariño con mi presencia. Y un día pensé: “Si decides vivir, te apoyaré. Si decides morir, lo aceptaré y te dejaré ir. Es tu decisión, la respeto. Eres el único responsable de tu vida.”
Él se fue y yo no sentí tristeza, no sentí un vacío. Sentí liberación. Sentí alegría. Yo estaba libre. Él estaba libre, había dejado atrás el sufrimiento. Sabía que en el otro plano cuidarían muy bien de él. ¿Habéis visto la película “Nuestro hogar”? En ella se muestra lo que ocurre en casos como este.
El Universo fractal y el Holograma que vivimos
Pasados los días pensé que este hombre nunca había existido realmente. Todo es una ilusión. Vivimos en un gran teatro, y todos somos actores. Unos vienen y otros se van. Y cada uno juega un papel muy específico en mi obra. Cada uno viene a enseñarme algo determinado. A veces son pequeños “darme cuenta” y otras veces son enormes aprendizajes. No importa. Siempre aprendemos algo de los demás. No tratar de retenerle en la vida fue un gran aprendizaje para mi. Dejarle ir y no sentirlo, fue algo mágico y liberador.
Llegar a comprender el complejo engranaje de la vida y aceptar que es mera ilusión todo lo que nos ocurre, es un milagro. Realmente nunca nos encontramos por primera vez y nunca nos separamos para siempre. Porque somos una y la misma cosa de un Todo que se fue fractalizando para tener experiencias y ahora se está volviendo a unir en el Todo que siempre fue. Somos pedacitos de conciencia viajando por los mundos irreales y teniendo experiencias irreales para obtener de ellas aprendizajes reales. Es bello ¿verdad?
Vivimos en un momento mágico y maravilloso. Los científicos ya lo han demostrado. Vivimos en un Universo que es un holograma, es una realidad virtual creada por un gran ordenador cósmico. Y nosotros somos fractales, es decir, somos un pedacito, pero a la vez contenemos el Todo.
Esa fue sólo una parte de mi año 2017. Hubo mucho más.
La prueba del algodón
Cada vez que subes un escalón en la escalera de los aprendizajes la Vida enseguida te hace “la prueba del algodón”, a ver si realmente aprendiste o sólo “crees que aprendiste”. Y otra vez me encontré observando la vida y la muerte. Era otro escenario y otros actores, pero yo estaba de nuevo ahí. Observando a otro ser querido, esta vez luchando por su vida, y viendo yo mi propia vida y mis propias muertes. Teniendo cada vez más muertes de facetas de mi personalidad, que dejaban cada vez más espacio a mi Vida, a mi Ser, a mi verdadera Esencia.
En modo de conclusión
Hoy siento que he aprendido a amar la Vida mucho más, a amar la partícula divina que Soy. He aprendido a abrazar con cariño la personalidad de la humana que soy, con su Luz y su Sombra. Me siento más fuerte y más poderosa que nunca, más preparada para afrontar las siguientes pruebas que vendrán (oh, sí, no me hago ilusiones…) y al mismo tiempo más libre, menos vulnerable, con más amor para dar y más herramientas para ayudar. Más llena de Vida y ganas de vivir.
No puedes dar lo que no tienes. Ni puedes ayudar si no has comprendido. Y no comprendes hasta que no has experimentado.
Cuando hayas experimentado, hayas comprendido y estés en condiciones de dar, entonces empieza por ti mismo. Sé generoso contigo mismo. ¡Ámate! Regálate Amor y cariño, regálate perdón y comprensión. Regálate tiempo y cuidados. Regálate descanso. Regálate montañas y mar, risas y felicidad. Regálate Vida a pleno pulmón. Así, esta experiencia humana no habrá sido en vano. Porqué habrás regalado Felicidad y Amor al Universo entero.
Luz, Paz y Amor
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