Hace muchos años llegó a mis manos un libro extraño y fantástico de Carlos Castaneda: “Las enseñanzas de Don Juan”. Yo era estudiante, muy lejos aún del mundo espiritual, y más lejos todavía de la magia de los chamanes indios americanos. Recuerdo haberme tragado ese libro y los siguientes dos de la saga a la velocidad de la luz… con la voracidad del hambriento. Después de muchos años volví a leerlos, y volví a maravillarme por aquella sabiduría.
Hay una frase que se me quedó grabada. Decía Don Juan a su joven discípulo que debía borrar su historia personal. Entonces no lo comprendí. ¿Cómo era eso posible? A mi entender de aquel entonces uno nacía en una familia, nacía hombre o mujer, le ponían un nombre, luego crecía, tenía amigos, aprendía en una escuela… tenía una historia personal. ¿Acaso era posible borrar todo esto así sin más? Y si así fuera ¿qué quedaría después? En aquel momento me hice las preguntas, no encontré las respuestas y simplemente lo dejé estar.
Ahora, 25 años más tarde, me doy cuenta de la profundidad de aquella frase tan corta.
¿Qué es mi historia personal?
La respuesta es simple: todo aquello que yo creo que soy y creo recordar. Empieza con un nacimiento en una familia. Allí arranca un sinfín de creencias: soy mujer; soy búlgara por haber nacido en un país llamado Bulgaria; soy de una raza por verme físicamente diferente de otra; lo que me ocurrió cuando tenía una edad «x» fue horrible por lo que me paso 30 años sufriendo por ello… y así podría escribir muchas páginas.
La mente humana tiene algunas facultades misteriosas. Cuanto más trata de recordar y recontar algo que te sucedió, más lo distorsiona. ¿Por qué? Porque somos seres emocionales. Todo en nuestro pequeño mundo nos genera respuesta emocional, positiva o negativa. Cuanto más tiempo pasa, lo vivido en positivo parece más bello, y lo vivido con sufrimiento parece más terrorífico. El amado de la juventud es hoy más perfecto que nunca, y el malo de la película es aún peor que antes.
¿Es «real» tu percepción de lo que ocurre?
Si te paras a pensar, tus recuerdos no son ciertos desde su inicio. Si en medio de mucha gente ocurre algo y preguntas a 20 qué han visto y qué ha ocurrido, los 20 contarán una versión diferente. Porque cada uno pasamos la realidad por unos filtros propios únicos. Es como si llevaramos puestas unas gafas con un montón de lentes de diferentes colores.
Desde que nacemos nos colocan esos filtros. ¿Naciste niño y te enseñaron a menospreciar a las niñas? Ya tienes un filtro. ¿Eres del norte y a los tuyos no les gustan los del sur? Te han colocado otro filtro. ¿Elegiste ser de letras en vez de de ciencias? Ya van tres… y así sucesivamente. ¿Te imaginas la cantidad de filtros que tienes? Sabiendo esto ¿cómo pretendes saber y creer que lo que viviste fue real?
¿Sabes que cada vez que le cuentas tu historia a otro cambias algunos pequeños detalles con o sin darte cuenta? Después de 20-30 años ¿crees que realmente recuerdas lo que viviste? Si ni siquiera en el momento de vivirlo pudiste percibirlo de forma “real”…
Entonces ¿en qué se basa tu historia personal?
Te lo diré: en mentiras, en percepciones distorsionadas, en falsas creencias. Llevas toda la vida mintiéndote. Y eso no es lo peor. Darte cuenta de que te has estado mintiendo y que tus recuerdos no son reales está muy bien. Lo cosa es que vivir de esta manera tiene un alto coste: genera autoengaño y sufrimiento, te aleja de tu esencia, de tu propósito de vida, distorsiona toda tu realidad y bloquea tus dones naturales. Finalmente hace que en tu vida se materialice y se haga real aquello que te aparta de tu centro, del equilibrio y la armonía.
Repetir tu historia personal hace que se graben literalmente en tus células todos aquellos sucesos que has vivido en desarmonía, sin comprensión, con emociones fuertes y negativas. Así es como dejamos en herencia genética a nuestros hijos todos nuestros conflictos no resueltos, y así es como luego aparecen las enfermedades y los desequilibrios.
¿Por qué borrar mi historia personal?
Porque es una carga pesada e inútil. Es como una obra que he escrito y dirigido yo misma, me he dado el papel de protagonista, me he metido de lleno en el papel de sufrimiento y finalmente he olvidado que es sólo eso, un papel, un juego, una obra de teatro. Me he olvidado que mi vida está allí fuera, en otro lugar, bajo el sol y la luna, y no encerrada en la sala de teatro.
Me he olvidado de quién soy, de dónde vengo y por qué estoy aquí, que sólo pensaba pasar un rato representando lo que no soy en realidad. Creerme mi historia personal hace que me aferre al papel, al pasado, al dolor y al sufrimiento, a lo que “el otro me dijo”, a lo que “me hizo”, a cómo “me hirió”. Me hace rígida, cerrada, inmóvil. Empiezo a autodefinirme con frases del tipo “yo soy así… yo soy asá…” y dejo de crecer, me autobloqueo. Es autocondenarse, estar muerto en vida.
¿Cómo puedo borrar mi historia personal?
Deja de recontarla. Deja de identificarte con lo que creías que eras, con lo que te enseñaron que eres, que es la vida. No hables en vano. Aprende a pensar en positivo.
Haz limpieza de tus recuerdos. Sácalos a la luz y revísalos con nuevos ojos, sin juicio y sin emociones, como un espectador indiferente. En cada recuerdo ponte en el lugar del otro. Cierra los ojos y revive el recuerdo como si fueras él. Siente lo que sintió el otro, mira a través de sus ojos. Luego revive de nuevo el recuerdo, esta vez observando la escena desde fuera, como un tecrero. Verás que todo cambia. Podrás comprender mejor lo que ocurrió.
No hay culpables, hay seres humanos representando papeles y que han olvidado que estan actuando. Perdónate a ti y al otro. Suelta el pasado.
Y así recuerdo tras recuerdo. Revisa implacablemente todo lo que te mantenía preso a tu historia, anclado a una realidad que ni siquiera fue real, y ve soltando, perdonando, amando el juego. No te ancles a nada, todo es perecedero. Experimenta, agradece y suelta, deja ir. Disfruta y ríe. Camina. Sólo existe el presente, céntrate en él, en el instante santo del Ahora, y disfrútalo.
Que ocurra la magia
Cierra los ojos y mira en tu interior. Verás las estrellas. Escucha lo que te dicen, escucha su música. Siente todo tu cuerpo y todo tu Ser. Tú mismo eres un Universo, y tú mismo eres el Dios-Creador de ese Universo.
Envíale amor a cada célula de tu cuerpo, envíale energía vital a tu sangre, agradécele a cada órgano de tu cuerpo el trabajo perfecto que hace sin cesar, en perfecta coordinación con el resto, en perfecta armonía. Bendícelos, bendice a cada célula, a cada gota de sangre, a cada órgano, a cada centímetro de tu piel, a cada latido de tu corazón. Tu Universo es perfecto, es la armonía misma, no necesita de un pasado, de una historia, ni de etiquetas. Te tiene a ti, tiene la Sabiduría de tu Ser interno. Tú lo integras todo: Voluntad y Poder, Armonía, Sabiduría y Amor. Existes en el Eterno Presente y lo Eres Todo.
¿Qué más se puede necesitar?
Luz, Paz y Amor
Me encantaría conocer tu opinión y comentarios sobre este tema, y si te gusta compártelo.

Soy Irma Licardi, pienso después de haber leído esto – qué simple, vivir en armonía con lo que es, recorrí varios caminos, después de varios intentos de sanación, y veo que algunas cosas he logrado, y también que tengo que seguir recorriendo. Gracias por hacerme ver que es mas simple de lo que uno cree.
Querida Irma, me alegro mucho de que te haya gustado y servido mi post. Gracias a ti por leerme y compartir aquí tus impresiones y tu toma de conciencia.
Saludos,
Gueri
Me ha abierto los ojos, mi pasado me tenía atrapado y leyendo ésto le dije adiós desde el amor y comprensión. Muchas gracias Gueri
Querido Alejandro,
Gracias por tu comentario! Me alegro enormemente de que te haya ayudado mi post.
Saludos
Gueri